“La respuesta es siempre sí porque para eso nos hemos entrenado. Cuando llegue el momento de decir que sí, espero que sea suficiente para recorrer la calle Boylston porque eso significa mucho para mí”. Kellyn Taylor.

Esta cita ocupa el primer lugar en mi Twitter porque es algo que siempre acude a tu cabeza cuando estás llegando a la meta.

Durante la última milla de Londres, sabía que no podía parar de decir que sí, debía seguir esforzándome, pero al doblar esa última esquina ya no podía más. En esa última milla sabía que el objetivo principal se había esfumado, no iba a suceder. Los intervalos los había dado por perdidos y estaba exhausta. Aunque parezca exagerada, creo que mi alma abandonó mi cuerpo en la milla 22 (35,2 km) junto con los flexores de cadera. Aún así, sabía que esa última milla era especial. En esa última milla de cualquier carrera se recuperan los sentidos, esa sensación de que estás haciendo algo grande comienza a notarse. Incluso si las cosas no salen como pensaste, te dejas la piel para llegar a la línea de meta.

Así que, la pregunta aquí es cómo entrenas tu cuerpo para que siga diciendo que sí. Hay que practicar: lleva tu cuerpo y tu mente por esa última milla de modo que el día de la carrera lo logres. La mayoría de mis carreras largas son como sesiones (o entrenamientos para los que estáis al otro lado del charco). Corro con un objetivo específico en la segunda mitad y consiste en no decaer y mantener un ritmo como el de una maratón o más rápido. El objetivo es entrenar para darlo todo en el último tramo el día de la carrera. Sin embargo, el entrenamiento para la maratón no se limita a esa carrera larga, también necesitas mantener el ritmo. Cuanto más rápido seas en la menor distancia posible, más cómodo estarás con el ritmo de la carrera. Esta sesión se centra en cómo ser más rápido cuando las piernas están cansadas. Has agotado los recursos con una carrera prolongada y ahora subes el ritmo pero con control. Se trata de poner la quinta y no rendirte cuando las piernas te pesen.

Detalles de la sesión:
3 millas (4,8 km): ritmo de media maratón.
2 millas (3,2 km): ritmo de 10-15 segundos por milla más rápido que el de la media maratón.
3 x 1 milla (1,6 km): ritmo alto aumentándolo en cada fase. La última deberá ser la más rápida.

El tiempo de recuperación son 2 minutos de carrera suave entre cada esfuerzo.

Cómo hacerlo:
Busca un recorrido llano (sendero o carretera) de al menos 2-3 millas (3,2-4,8 km). Corre a un ritmo bajo durante 5-10 minutos (no necesitas calentar para esta sesión porque el primer esfuerzo es gradual y el volumen total es bastante grande sobre todo si te entrenas para una media maratón). Una vez terminada esa fase, ve al baño (si te pasa como a mí y correr parece que te despierta la vejiga sobre la mitad de la primera milla de absolutamente todas las carreras), estírate y ¡prepárate para rodar!

El ritmo del primer esfuerzo (3 millas/4,8 km) que tienes que seguir es de media maratón, así que ve alcanzándolo durante la primera milla y mantenlo ahí, relájate y no te vengas muy arriba. Concéntrate solo en que te sientes a gusto a ese ritmo. No exageres y pretendas darlo todo ya. Créeme. No te emociones. Tienes que sentirte como te quieras sentir los primeros momentos de la carrera.

2 minutos de carrera suave y quiero decir suave. Como si corrieras la maratón de las tortugas.

El ritmo del segundo esfuerzo (2 millas/3,2 km) es 10-15 segundos por milla más rápido que el ritmo de la carrera, no mucho más. Siéntete relajado pero fuerte. Como mi entrenador dice antes de una maratón: “Mejor que te aburras a que no que te canses”.

2 minutos de carrera suave como antes.

Y ahora el meollo de la sesión. 3 x 1 milla (1,6 km). La clave está en que no corras la primera milla a un ritmo tan alto que desearías no haber empezado nunca el entrenamiento. Es una especie de dolor controlado. Comienza cada milla 5 segundos más rápidos que el ritmo que seguías con el esfuerzo de 2 millas. Y luego intenta correr unos segundos más rápido en cada milla. La última debería ser la más rápida y no deberías querer correr otra, pero podrías si tu vida dependiese de ello o alguien te pagara en pasteles. Tú lo que quieres es acabar la sesión sabiendo que has dicho “sí” cuando había que decirlo.

Una última milla. ¡Haz que sea la mejor!

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