El silencio es frágil esta mañana en Zegama —un pequeño municipio encajonado entre las verdes montañas vascas—, un silencio que un gran estrépito no tardará en romper. Un domingo al año desde hace 18 años, Zegama abandona su tranquilidad para convertirse en el foco ardiente de la más demencial de las carreras de montaña.
A las 8 h, el sol ya calienta las calles que rodean la iglesia central, donde los cuerpos ya suben de temperatura. La tensión es palpable. Para muchos, esa mañana empieza un sueño deseado durante mucho tiempo. A menos que uno forme parte de la élite mundial, tener un dorsal para Zegama obliga a veces a esperar quizá una década. En 2019, solo un 2% de los 10 000 preinscritos han sido escogidos en el sorteo. Zegama se convierte entonces en la carrera de una vida. A las 9 h de este 2 de junio, el mundo del trail contiene el aliento. 500 elegidos se lanzan a la carrera.