Como epidemiólogo, René Najera trabajó el año pasado durante horas y horas, y a menudo tuvo que ser testigo de hechos traumáticos como ver a personas morir a causa de la COVID-19. Durante la pandemia, los entrenamientos diarios le sirvieron para crear vínculos cada vez más fuertes con las personas, especialmente con su hija. La rutina deportiva se convirtió en una terapia para él.
«Cuanto más corro, siento que podría hacer por ella lo que fuese necesario», dice Najera. «Y esto es parte de la conexión que tengo con ella... Puedo sentir dónde está y ser capaz de estar ahí en segundos si me necesita».