Escapada gravel en el Massif des Maures

«Apártate de los grandes caminos, busca las sendas» Pitágoras

Dejar el ruido de la ciudad y de los coches para rodar por senderos tranquilos, para apreciar el canto de las cigarras y el olor a pinos, esta es la tentadora propuesta que hicimos a diez ciclistas con ganas de aventura. Dirección al sur de Francia para disfrutar de tres días de gravel.

La Riviera francesa es más conocida por el color turquesa de sus aguas o por el festival de cine de Cannes que por sus single tracks. Y, sin embargo, Stéphane Hauvette, pionero del ciclismo de montaña, organizó en 1984 el primer Roc d'Azur , una carrera offroad entre el Massif des Maures y Saint Tropez. Siete participantes tomaron entonces la salida. Treinta y cinco años después, la carrera se ha convertido en el evento de bicicleta de montaña más grande del mundo, con veinte mil participantes en cuatro días de competiciones. Siempre con este espíritu pionero, el organizador integró en 2016 un formato gravel. La bicicleta gravel es la herramienta perfecta para explorar. Este tipo de bici, apta tanto en la carretera como en caminos accidentados, es la compañera ideal de los aspirantes a ciclistas predispuestos a apartarse de los caminos más trillados.

Después de las formalidades de presentación en nuestro campamento base situado a pocos kilómetros de Fréjus, llega el momento de trazar los recorridos de las dos salidas, aparte del Mavic Gravel Roc que se celebrará el sábado. Armados con el mapa IGN y el Constructor de Rutas de Strava, con el Massif des Maures a la espalda, cada uno tiene sus ideas sobre los caminos a tomar, los rumbos a explorar, las zonas por las que aventurarse. Una vez determinadas las rutas, de una cosa estamos seguros: con un pelotón de diez ciclistas tendremos nuestra cuota de percances.

Primer día: «El percance planificado»

Se anuncia un día espléndido en la Costa Azul. Después de una mañana para explorar los pasillos de la feria del Roc, ha llegado la hora de alejarse del ruido y probar los senderos a modo de calentamiento.

Tras algunos ajustes en nuestras monturas, partimos hacia el Massif des Maures para una salida de prueba. Ya son las cuatro de la tarde. Después de varios centenares de metros, la naturaleza recupera sus derechos: el ascenso del Chemin des Petites Maures es soberbio, empinado y técnico. Carla, aunque ya acumula 11.000 kilómetros de bicicleta este año, es nueva en el gravel y se esfuerza en encontrar sus trazadas sin perder la sonrisa. Todo el mundo pone pie a tierra en esta primera subida, pero la vista es magnífica.

En uno de los primeros descensos, Romain pincha y se queda en llanta. Un primer intento infructuoso de reparación lo obliga a dejar el grupo para visitar el taller ciclista local y asegurarse de que podrá tomar la salida del Roc al día siguiente. Tenemos que dejarlo. Primer percance. El pequeño pelotón serpentea por la ladera mientras el sol que se pone va dejando tras de sí una estela polvorienta. El grupo es unánime: es impresionantemente bonito. Nuevos pinchazos, nuevos percances; ya nos habían avisado de que este año los caminos están secos y hay pinchos por todas partes. La noche está cayendo y decidimos acortar nuestra salida para tener tiempo de revisar todos nuestros neumáticos tubeless. Mañana hay 65 km de pistas en el menú. La velada se dedicará a narrar las últimas aventuras de cada uno, de un París-Roma al Kirguistán, pasando por una travesía de los Alpes.

Segundo día: «Sois los últimos»

Diana a las 5:30, casi sin dolor, es el día de la carrera. Se sirve una ronda general de gachas de avena y se impone una última comprobación de los neumáticos. Con el grupo consolidado por los infortunios de la víspera, tomamos la salida decidiendo mantenernos unidos toda la jornada, algo sin duda osado para una carrera de gravel.

La temperatura es ideal y van pasando los kilómetros. El ritmo es entrecortado y eso no molesta a nadie, simplemente nos tomamos nuestro tiempo, disfrutamos de los paisajes y subimos con cadencia siempre que el terreno lo permite, sobre todo en la Valdingarde, una ascensión regular de casi 8 kilómetros. Nos esperamos en lo alto de las subidas, Romain pincha reiteradamente y se lamenta una y otra vez de haber venido con neumáticos de 32 mm. La rueda de Dada pierde líquido tubeless, pero entre varios lo ayudamos para que pueda reanudar la marcha. No estamos solos, otros participantes viven la misma pesadilla. Los voluntarios del avituallamiento preguntan: «¿De verdad habéis hecho la carrera?», y los motoristas que cierran la marcha nos dicen: «Sois los últimos». Todo esto nos divierte, casi estamos orgullosos… Avanzamos poco a poco, los primeros ya han llegado, irrumpe en nuestro campo visual el Mediterráneo, a veces también un pueblo, pero siempre en plena naturaleza.

Los kilómetros no pasan, los participantes escasean, lo cual nos viene muy bien porque nos aprovechamos del recorrido en solitario, en una calma total. Carla avanza a su ritmo, valiente; las bajadas la aterrorizan, pero sigue la trazada. Después de tres horas de gravel, atravesamos una sección muy técnica, un calvario para algunos, esquí para otros. A Foucauld se le cae del bolsillo trasero una cámara, que se rasga en los radios de su rueda. Este incidente nos mantiene en alerta, sólo un percance más.

Llegamos entonces a la penúltima bajada y divisamos a lo lejos una rampa amarillenta: es el Col du Bougnon, la última dificultad al 17 % de media antes de bajar al mar. Terminaremos la carrera juntos y seremos aplaudidos por un grupo de voluntarios que toca clásicos del rock en un pequeño aparcamiento. Nos atiborramos de madalenas y, unos minutos más tarde, recibimos a Carla, muy orgullosa de haber terminado su primera carrera gravel.

Regreso al campamento base con hambre voraz… a los fogones para disfrutar de una barbacoa donde se nos unen algunos de los amigos presentes en el evento. Nos ha encantado la experiencia y ya proyectamos nuevas aventuras sin saber que desde mañana tendremos hermosas sorpresas. Unas cervezas, un paseo improvisado en torno a la piscina y a la cama.

«Nos hemos mantenido juntos, olvidando el cronómetro sin renunciar a la superación, transformando así la carrera en una salida entre amigos, de la pista al sendero, del rodar a fuego a cargar la bici, de exprimirse al descubrimiento» Foucauld / Francia

Tercer día: «Propiedad privada»

Fred Belaubre , triatleta olímpico de la región, nos convence para que cambiemos de planes y hagamos un recorrido por el Esterel, junto al Massif des Maures. ¿Por qué no? Confiemos en los lugareños.

Salida a las siete para ser precavidos con nuestra marcha y estos famosos percances que marcan nuestro fin de semana. Después de un enlace de varios kilómetros por asfalto nos acercamos a Cap Esterel con una magnífica ascensión boscosa en single track. El ambiente es distendido y el terreno muy diferente al de los dos últimos días: una tierra rojiza y un denso monte bajo toman el relevo; estamos muy cerca del mar, que se muestra en cada cima. Los imprevistos llegan con nuevos pinchazos de Romain, Titouan y Anthony… ¡nunca más sin tubeless! Llegados al litoral, tomamos un camino costero que nos obliga a cargar la bici, pero la vista te quita la respiración.

Aunque el pelotón se siente cada vez más a gusto en los tramos técnicos, debemos desviarnos de la senda que nos lleva al asfalto. Encontrar el camino, a menudo bloqueado por residencias particulares, no es tarea fácil, pero por fin conseguimos encontrar otra vez los senderos, donde nos espera una última oleada de percances. Los paisajes permiten digerirlo con más facilidad. El fin de semana concluirá con una tradicional pasta party improvisada.

«Todos hemos salido de nuestra zona de confort, compartir esto como primera competición ha sido genial. A pesar de los pinchazos y problemas mecánicos, lo hemos superado en equipo y hemos vivido una aventura inolvidable» Carla / España

Escaparse un fin de semana para explorar una región con unos amigos, poner los recuerdos en un mapa y compartir la pasión, plantea una sola pregunta: ¿cuándo volvemos?

Sigue al equipo:
Carla / Julia / Dada / Foucauld / Anthony / Romain / Ferran / Yann / Titouan / Florian